UN ETERNO VIAJE

Por Jorge Caro Valera

Cada vez que viajo es un drama o calvario de lucha permanente con los cobradores y a veces con los choferes de las unidades de servicio público.
Ir al colegio Augusto B. Leguía de Puente Piedra a trabajar de lunes a jueves es casi siempre la rutina de lidiar con el sobrecosto de los pasajes. La última vez ocurrieron tres graciosos episodios en un solo día.

Al salir de para el colegio tomé mi combi a las 6.45 de la mañana, mi viaje solo duró 5 cuadras para tomar otra unidad hasta mi colegio, ya había viajado unas 6 cuadras y le doy al cobrador un sol, éste me dice que el pasaje vale un sol veinte, le manifiesto que siempre pago un sol, él me devuelve y me dice que baje a tomar otra unidad. Le dije por qué bajaría si estoy pagando mi pasaje (aunque con la discusión el avance en el camino era tan amplio que todas las unidades ya cobraban ese precio), el cobrador insistía en que baje, en algún momento hizo un ademán furioso y amenazó que me bajaría a la fuerza, pero mi mirada impávida y segura le hizo pensar mejor en su pronta acción. El viaje continuó, los kilómetros avanzaban y cerca de la UCV volvió hacia mí y me pidió mi pasaje, le di el sol y éste lo recibió, viajé tranquilo el resto del recorrido.

Al regreso subí en otra unidad, pasó lo de siempre y me querían hacer pagar un sol con veinte hasta Mega Plaza, le dije que siempre viajo con un sol, otros pasajeros decían lo mismo. El cobrador empezó a maltratar a algunos pasajeros en especial mujeres, allí empecé mi discurso de siempre…”en Agosto del 2008 el barril de petróleo costaba 60 dólares y en Setiembre subió hasta 149 dólares, en el Perú subieron el combustible y por ende también los costos de del transporte en 7%, pero resulta que ese 7% se restituyó en el mes de Noviembre cuando bajaron los combustibles, lamentablemente los transportistas nunca bajaron ese sobrecosto al que ya se habían acostumbrado a cobrar. En el mes de Febrero del 2009, el combustible volvió a bajar 7% más, sin embargo los sobrecostos del transporte siguieron manteniéndose porque la población peruana en general no reclama, nosotros mismos permitimos el abuso, etc, etc.”. Los pasajeros en general empezaron a murmurar, dialogar, reclamar y reclamar, en todo la cúster se respiraba un malestar bullicioso. Al cobrador no le quedó otra que cobrar un sol.

En Mega Plaza subí en una combi, solo que en esta oportunidad dije: “que los peruanos soportan todo, aguantan todo, nunca reclaman, siempre están conformes…yo no soy peruano, se reclamar y hacer respetar mis derechos”, un joven con facha de malandrín me increpó, me dijo que si no soy peruano que me calle porque no conozco su realidad, las murmuraciones y susurros se agitaban preguntándose y respondiéndose de dónde podría ser, sudamérica fue recorrida en un tris tras. El malandrín dijo que había estado en Chile y Argentina y que allí maltrataban a los peruanos bla, bla, bla. Su mirada y palabras tonaron un aire amenazador, mi parada llegó, ¡hogar dulce hogar!. Fue un dia de experiencias inolvidables y significativas para un docente que le gusta educar y hace clases donde pueda, incluso en el interior de las unidades de transporte.